Adriana Esperanza Tocarruncho Ramos
En la historia de la humanidad se
han presentado obstáculos y retos que han llevado al surgimiento, modelación y transformación de la cultura
como comprensión del pasado y visión de futuro desde cada presente. Es decir,
la cultura se encuentra en permanente cambio y dichas transformaciones deberían repercutir en todas las
instituciones y escenarios mediadoras de conocimiento y significación como lo
son la escuela, los medios masivos de comunicación, la iglesia, la familia,
entre otras.
Las transformaciones no pueden ser
calificadas como positivas o negativas, sino que deben generar cambios en el
proceso de significación que faciliten el cambio de paradigmas, en este caso en
el campo de la educación, entenderla ahora como ambiente de aprendizaje
continuo que no necesariamente debe tener aspectos como el cuerpo, el tiempo o
el espacio.
Además, la escuela no es el único
espacio de aprendizaje y validación de saberes; el reconocimiento de otros
espacios es el paso inicial para el cambio de paradigmas en la Educación, como
lo son la calle, la familia, los distintos grupos a los que pertenecen, y en este
mundo cada vez más virtual, las redes sociales, de que son fans o no, que les
gustan o disgustan,… El reto en este aspecto es relacionar la educación como
institución con la vida cotidiana de cada estudiante y esto nos conlleva a
relacionar la educación con la virtualidad, no de manera instrumental, sino
como estilo de vida y parte del currículo de cada institución educativa.
Es decir, entender la virtualidad no
como el uso de equipos tecnológicos que finalmente generan cambios de forma
pero no de fondo, se siguen priorizando los contenidos temáticos sobre los
procesos de significación, los sentimientos, como lo afirma Barbero(s.f) cuando
describe el papel de la tecnología,
El acercamiento entre experimentación
tecnológica y estética hace emerger, en este desencantado fin de siglo, un
nuevo parámetro de evaluación de la técnica, distinto al de su mera instrumentalidad
económica o su funcionalidad política: el de su capacidad de comunicar, esto es
de significar las más hondas transformaciones de época que experimenta nuestra
sociedad, y el de desviar/ subvertir la fatalidad destructiva de una revolución
tecnológica prioritariamente dedicada, directa o indirectamente, a acrecentar
el poderío militar(Barbero, s.f: 19)
Sin embargo, cuando se hace un
acercamiento a la situación de la educación en Colombia, específicamente en los
niveles de primaria, secundaria y media, lo que se encuentra son métodos,
didácticas y ambientes de aprendizaje que no evolucionan a la par de los
sujetos que allí se forman; son cuestiones incluso premodernas, que ocasiona
crisis en la educación adjudicadas en muchas ocasiones a la falta de valores de
los jóvenes, y para contrarrestarlos se incluye el currículo clases de
ciudadanía y democracia, que en el mejor de los casos se convierte en la
elección de un gobierno estudiantil, que en muchas ocasiones no funciona o los
mismos docentes y directivos docentes no lo dejan funcionar.
Lo
anterior ocasiona un desfase entre las prácticas educativas y las
necesidades de estos nuevos sujetos, la
visión de la Educación apunta a cumplir con competencias generadas desde
oriente y que nada tiene que ver con la realidad latinoamericana, y mucho menos
con la colombiana, inmersos en grandes conceptos como globalización y
desarrollo, que no son aceptados como significado propio sino como algo
impuesto y que los sujetos sienten ajenos, en realidad es la creación de una
cultura híbrida un tanto impuesta y otro tanto como respuesta a la
multiculturalidad y el reconocimiento de la otredad, como lo afirma Barbero (s.f)
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