viernes, 16 de noviembre de 2012

LA EDUCACIÓN COMO MEDIADORA DE LA SIGNIFICACIÓN



Adriana Esperanza Tocarruncho Ramos

            En la historia de la humanidad se han presentado obstáculos y retos que han llevado al surgimiento,  modelación y transformación de la cultura como comprensión del pasado y visión de futuro desde cada presente. Es decir, la cultura se encuentra en permanente cambio y dichas transformaciones  deberían repercutir en todas las instituciones y escenarios mediadoras de conocimiento y significación como lo son la escuela, los medios masivos de comunicación, la iglesia, la familia, entre otras.
            Las transformaciones no pueden ser calificadas como positivas o negativas, sino que deben generar cambios en el proceso de significación que faciliten el cambio de paradigmas, en este caso en el campo de la educación, entenderla ahora como ambiente de aprendizaje continuo que no necesariamente debe tener aspectos como el cuerpo, el tiempo o el espacio.
            Además, la escuela no es el único espacio de aprendizaje y validación de saberes; el reconocimiento de otros espacios es el paso inicial para el cambio de paradigmas en la Educación, como lo son la calle, la familia, los distintos grupos a los que pertenecen, y en este mundo cada vez más virtual, las redes sociales, de que son fans o no, que les gustan o disgustan,… El reto en este aspecto es relacionar la educación como institución con la vida cotidiana de cada estudiante y esto nos conlleva a relacionar la educación con la virtualidad, no de manera instrumental, sino como estilo de vida y parte del currículo de cada institución educativa.
            Es decir, entender la virtualidad no como el uso de equipos tecnológicos que finalmente generan cambios de forma pero no de fondo, se siguen priorizando los contenidos temáticos sobre los procesos de significación, los sentimientos, como lo afirma Barbero(s.f) cuando describe el papel de la tecnología,
El acercamiento entre experimentación tecnológica y estética hace emerger, en este desencantado fin de siglo, un nuevo parámetro de evaluación de la técnica, distinto al de su mera instrumentalidad económica o su funcionalidad política: el de su capacidad de comunicar, esto es de significar las más hondas transformaciones de época que experimenta nuestra sociedad, y el de desviar/ subvertir la fatalidad destructiva de una revolución tecnológica prioritariamente dedicada, directa o indirectamente, a acrecentar el poderío militar(Barbero, s.f: 19)
           
            Sin embargo, cuando se hace un acercamiento a la situación de la educación en Colombia, específicamente en los niveles de primaria, secundaria y media, lo que se encuentra son métodos, didácticas y ambientes de aprendizaje que no evolucionan a la par de los sujetos que allí se forman; son cuestiones incluso premodernas, que ocasiona crisis en la educación adjudicadas en muchas ocasiones a la falta de valores de los jóvenes, y para contrarrestarlos se incluye el currículo clases de ciudadanía y democracia, que en el mejor de los casos se convierte en la elección de un gobierno estudiantil, que en muchas ocasiones no funciona o los mismos docentes y directivos docentes no lo dejan funcionar.
Lo anterior ocasiona un desfase entre las prácticas educativas y las necesidades  de estos nuevos sujetos, la visión de la Educación apunta a cumplir con competencias generadas desde oriente y que nada tiene que ver con la realidad latinoamericana, y mucho menos con la colombiana, inmersos en grandes conceptos como globalización y desarrollo, que no son aceptados como significado propio sino como algo impuesto y que los sujetos sienten ajenos, en realidad es la creación de una cultura híbrida un tanto impuesta y otro tanto como respuesta a la multiculturalidad y el reconocimiento de la otredad, como lo afirma Barbero (s.f)

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